sábado, julio 25, 2009


¿EL FINAL DE LA BÚSQUEDA?

Cuando un hombre común adquiere conocimiento,
se convierte en un sabio;
Cuando un sabio adquiere conocimiento,
se convierte en un hombre común.
Proverbio Zen
Cuando uno inicia una búsqueda espiritual suele hacerlo desde la premisa de que puede alcanzar un objetivo mayor en el futuro, para ello se esfuerza enormemente tratando de parecer más santo, más pacífico, más inteligente, más puro, más espiritual… es un trabajo muy duro. Sin embargo, es solo un juego egocéntrico más. Una forma de desenvolverse en el mundo de la espiritualidad similar a la de quien trata de estar en forma, quien persigue un premio de belleza o a quien busca una buena inversión. Toda esa búsqueda está dirigida por el ego que es quién se esfuerza por ser mejor y finalmente obtener un premio en el futuro: la iluminación.
Después de un tiempo esforzándote en esa dirección, no queda más remedio que reconocer que solo estabas intentando alimentar tu propio ego, independientemente de que fuera a través de la devoción, el altruismo, la oración, la disciplina o la comprensión.
Creías que la iluminación era algo que podías alcanzar con mucho esfuerzo y que te haría especial, algo que te haría sobresalir de la multitud. Algo que te haría entrar en el club de los elegidos. Pero es justo lo contrario…
Muchos profesores espirituales siguen proponiendo la idea de un camino personal de purificación que puede llevar a un objetivo situado en un horizonte lejano. Éste es un mensaje que puede atraer a grandes audiencias. Pero cualquier buscador honesto debe reconocer, tarde o temprano, la futilidad de buscar la iluminación proyectada en el futuro. No hay que ir a ninguna otra parte ni convertirse en ninguna otra cosa. Cuando estamos interesados en un cambio de estado, cuando buscamos un estado de dicha, nos distraemos de lo que realmente somos.
Cuando la búsqueda espiritual deja de ser importante, es posible descansar en la inmediatez de lo que Es. Allí, tal vez, podamos reconocer que buscando lo extraordinario hemos pasado por alto la grandiosidad de la vida normal de cada día.
Lo primero en caer son los aspectos ritualistas, jerárquicos y dogmáticos de la religión formal. Pierden su importancia al quedar claro que son construcciones mentales. Y después también cae la magia de seguir una vía o de imitar a un líder espiritual… son una parte necesaria del proceso pero forman parte de las ambiciones espirituales.
No se trata de criticar a estas organizaciones o afirmar que sus seguidores están equivocados. Simplemente se trata de constatar que cuando se dejan de lado todas las autoridades y tradiciones espirituales puedes simplemente ser, sin ningún plan, fórmula o respuesta y aparece lo que Es.
Cuando dejas de ponerte etiquetas a ti mismo sobre quién eres o lo que necesitas hacer para ser feliz, cuando los conceptos se deshacen, aparece el silencio. Lo único que bloqueaba la conciencia de esa libertad era el apego a ciertos pensamientos sobre quién soy yo o sobre quién quiero ser. Esos pensamientos son los que nos impiden Ser.
Cuando caes en la cuenta de este pequeño detalle, regresas al juego de la vida dándote cuenta de que no había nada que buscar. ¿Para qué buscar el Infinito si estamos dentro de Él?
Menudo alivio.