sábado, junio 27, 2009



El Equilibrio entre la mente y el cuerpo (OSHO)

En un universo en donde todo el mundo está siendo iniciado en los silencios del corazón -en otras palabras en los métodos de meditación-, es necesaria una clase totalmente nueva de educación en la que todo el mundo debe estar preparado para ser compasivo con su propio cuerpo. Porque hasta que no te compadezcas de tu propio cuerpo, no podrás ser compasivo con el cuerpo de ningún otro ser. Es un organismo vivo, y no te ha hecho daño. Ha estado continuamente en servicio desde que fuiste concebido y lo seguirá estando hasta tu muerte. Hará todo lo que tú quieras que haga, incluso lo imposible, sin desobedecerte.
Crear un mecanismo así de obediente y sabio sería inconcebible. Estarás sorprendido cuando te des cuenta de todas las funciones de tu cuerpo. Nunca has pensado en todo lo que éste hace. Es tan milagroso, tan misterioso. Pero nunca lo has mirado. Jamás te has molestado por conocer tu propio cuerpo y aun así crees amar a otras personas. No puedes, porque esas otras personas también se aparecen ante ti como simples cuerpos.
El cuerpo es el mayor misterio de toda la existencia. Este misterio necesita ser amado: sus profundidades, su funcionamiento, penetrar en todos sus entresijos. Desgraciadamente, las religiones siempre han estado en contra del cuerpo. Pero esto El equilibrio entre la mente y el cuerpo ofrece un indicio, una indicación concreta, de que si un hombre aprende la sabiduría del cuerpo y el misterio que entraña, nunca se preocupará por sacerdotes o acerca de Dios. Habrá descubierto la cosa más misteriosa dentro de sí mismo. Dentro del misterio del cuerpo se halla el verdadero santuario de tu conciencia.
Una vez que llegas a desvelar tu conciencia, tu ser, no hay Dios por encima de ti. Sólo una persona así puede ser respetuosa con otros seres humanos, otros seres vivos, porque todos ellos son tan misteriosos como él mismo es, diferentes expresiones del ser, otras variedades que enriquecen la vida. Una vez que un hombre ha descubierto su propia conciencia, ha hallado la llave de lo divino. Toda formación que no te enseñe a amar tu cuerpo, que no te enseñe a ser considerado con él, que no te enseñe cómo penetrar en sus misterios, no será capaz de enseñarte cómo abrir la puerta de tu propia conciencia.
El cuerpo es la puerta, el cuerpo es la piedra angular. Toda formación que no se ocupe del tema del cuerpo y de la conciencia, no sólo es una educación incompleta, sino que es totalmente nociva porque continuará siendo destructiva. El florecimiento de la conciencia en tu ser es lo que evita tu destrucción. Te aporta un inmenso impulso creador, la necesidad de crear más belleza en el mundo, más bienestar. El hombre necesita un cuerpo mejor, un cuerpo más sano. El hombre necesita un ser más consciente, más alerta. El hombre necesita todo el tipo de lujo y de bienestar que la existencia esté dispuesta a darle. La existencia está dispuesta a ofrecerte un paraíso aquí y ahora.
El cuerpo es el alma visible. Y el alma es el cuerpo invisible. El cuerpo y la mente no están separados de ningún modo, forman parte uno del otro, forman parte de una totalidad. Tienes que aceptar el cuerpo, tienes que amar el cuerpo, tienes que respetarlo, tienes que estarle agradecido…
El cuerpo es el mecanismo más complejo de la existencia: ¡es sencillamente maravilloso! Benditos aquéllos que se maravillan de él. Inicia el sentimiento de admiración por tu propio cuerpo, porque es lo que tienes más cerca. Es lo más cerca que la naturaleza ha llegado a estar de ti, es la máxima proximidad de la existencia contigo. En el cuerpo se encuentra el agua de los océanos, en él está el fuego de las estrellas y del sol, en él está el aire; está hecho de la tierra.
Tu cuerpo representa la existencia entera, todos sus elementos. ¡Y qué transformación! ¡Qué metamorfosis! Mira la tierra, y mira después tu cuerpo, ¡qué transformación! ¡Y nunca te has sentido maravillado! El polvo se ha hecho divino: ¿es posible mayor milagro? ¿Cuántos así estás esperando? Lo ves suceder cada día. Del barro sale el loto... y del polvo ha surgido nuestro hermoso cuerpo.